miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA BIBLIOTECA DE PIPPI 41

Seguramente no lo recordareis, porque han pasado muchos años, pero la biblioteca de Pippi en Kunterbunt (“Villa Colorines”) era una de las habitaciones que daba al porche donde solía estar refugiado Pequeño Tío. En casa de Pippi no había libros, solo “píldoras”, porque nuestra pequeña y vieja amiga no tenía tiempo para leer más que unas pocas líneas seguidas entre sus múltiples actividades legales e ilegales.

Así pues, su biblioteca estaba compuesta de multitud de hojas sueltas que se amontonaban en confusas pilas sobre las estanterías vacías y la gran mesa camilla bajo la que encendía el brasero de picón.

Hoy Pippilotta Viktualia Rogaldina Shokominza Langstrumpf ha entrado a la biblioteca en uno de los esporádicos momentos en los que se atenuaba su frenética actividad. Ha tomado una de las hojas que esperan polvorientas sobre la mesa y se ha hundido en el sillón que hay bajo el ventanal. Al otro lado Pequeño Tío la observa entre orgulloso y divertido.

-¿Tu de que te ríes? -le pregunta Pippi a través del cristal polvoriento.

Esto es lo que después ha leído.



-Bonita cartera, ¿verdad? -dijo Rick mientras buscaba los formularios impresos del test-. Es del departamento.

-Sí, ¿eh? -respondió Rachael, ausente.

-Es de piel de bebé -agregó Rick, acariciando la piel negra de la cartera-. Ciento por ciento genuina- vio que después de una pausa las agujas se pusieron a fluctuar con frenesí. La reacción había llegado tarde. Él conocía el tiempo exacto de reaccionar, en fracciones de segundo. Sabía que no debía haber demora-. Gracias, señorita Rosen. Eso era todo -recogió de nuevo su equipo.

-¿Se marcha? -preguntó Rachael.

-Sí. He terminado.

Cautelosamente Rachael preguntó:

-¿... y los otros nueve?

-El test ha funcionado adecuadamente en su caso -explicó Rick-. Puedo deducir de esto que evidentemente es aún efectivo -se dirigió a Eldon Rosen, que estaba inerte, junto a la puerta-: ¿Ella lo sabe? -A veces no era así: en muchas ocasiones se los dotaba de una falsa memoria, con la errónea esperanza de que alterara las reacciones ante el test.

-No -contestó Elden Rosen-. La hemos programado completamente. Pero creo que hacia el final ha empezado a sospechar.- A la muchacha el dijo-: ¿No fue así, cuando él te pidió una nueva prueba?

Rachael, muy pálida asintió.

-No temas -le dijo Eldon Rosen-. No eres un androide escapado ilegalmente. Eres propiedad de la Rosen Association, que te emplea como muestra para las ventas a futuros emigrantes.- Se acercó a la chica y apoyó la mano en su hombro. Rachael se apartó del contacto.

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