viernes, 14 de noviembre de 2014

LA BIBLIOTECA DE PIPPI 40


Seguramente no lo recordareis, porque han pasado muchos años, pero la biblioteca de Pippi en Kunterbunt (“Villa Colorines”) era una de las habitaciones que daba al porche donde solía estar refugiado Pequeño Tío. En casa de Pippi no había libros, solo “píldoras”, porque nuestra pequeña y vieja amiga no tenía tiempo para leer más que unas pocas líneas seguidas entre sus múltiples actividades legales e ilegales.


Así pues, su biblioteca estaba compuesta de multitud de hojas sueltas que se amontonaban en confusas pilas sobre las estanterías vacías y la gran mesa camilla bajo la que encendía el brasero de picón.

Hoy Pippilotta Viktualia Rogaldina Shokominza Langstrumpf ha entrado a la biblioteca en uno de los esporádicos momentos en los que se atenuaba su frenética actividad. Ha tomado una de las hojas que esperan polvorientas sobre la mesa y se ha hundido en el sillón que hay bajo el ventanal. Al otro lado Pequeño Tío la observa entre orgulloso y divertido.

-¿Tu de que te ríes? -le pregunta Pippi a través del cristal polvoriento.

Esto es lo que después ha leído.


La prisión militar es el último refugio para quienes no querían ir a la guerra. Conocí a un profesor suplente de matemáticas que no quería disparar a los demás. De modo que robó un reloj a un teniente sólo para que lo encerraran en la prisión militar. Lo preparó todo con mucha previsión. La guerra no le impresionaba ni le entusiasmaba. Le parecía una idiotez lanzar granadas y metralla al enemigo y matar a otros profesores de matemáticas, tan desafortunados como él. 


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