lunes, 6 de febrero de 2012

LA HISTORIA EN NOVELA


Esta novela apasionante está consagrada a una de las personalidades más altas de la sabiduría islámica y universal: el médico Ibn Sina -conocido en Occidente como Avicena-, uno de los primeros intérpretes de Aristóteles y proseguidor del pensamiento médico de Hipócrates. Este personaje no aparece en estas páginas sólo como héroecientífico, sino también como reputado consejero político, proscrito y prisionero, amante, hombre lleno de interrogantes y de pasiones. Al final del largo trayecto que lo lleva a Isfahán, la ciudad sublime, el héroe encuentra la muerte, a los cincuenta y siete años, después de haber bebido a grandes tragos y hasta la ebriedad del saber y del amor. 


Una historia que fue sometida a toda clase de tergiversaciones, no sólo por parte de quienes entonces vivían, sino también en tiempos posteriores; porque es lo cierto que toda transición de prominente importancia está envuelta en la duda y la oscuridad. Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios, otros convierten los hechos en falsedades. Y unos y otros son exagerados por la posteridad. TÁCITO


Cartago: la ciudad más rica y libre de la antigüedad, Señora de los Mares, Protectora de las rutas marítimas a Tule, del mar occidental y del océano occidental, MAdre del comercio y la artesanía, Maestra de las artes y el amor. Aníbal cuenta la historia de dos guerras mundiales y del último héroe del mundo antiguo, desde que fuera concebido hasta que cayera bajo el peso del Imperio Romano. El elocuente relator es Antígono, banquero y consejero de los bárcidas, heleno asentado en Kart-Hadtha, la ciudad a la que los griegos llamaban Karjedón, y los latinos Cartago.
"Yo nunca he odiado a Roma. Roma, Siracusa, Petra, Atenas -todas tienen los mismos derechos. Yo sólo quería que Roma reconociera esos derechos también a Cartago. Pero Roma no se los reconoce a nadie, sólo a sí misma. (Aníbal a Antígono)


EN LAS FRONTERAS DE TARTESOS 


  En tierras de Tartessos, cuando por sus ajetreadas calles pululaban cínicos de vuelta de todo, pícaros dispuestos a dejar a quien fuera en la estacada, bellas esclavas y prostitutas, viajeros impenitentes y aventureros de toda laya, unos saqueadores de tumbas enfrentaron la condena de un destino marcado por una maldición. Tres hombres que, poseedores de un particular sentido de la moralidad y de la camaradería, buscarían liberarse de su sino a través de las tierras y aguas del Mediterráneo. 


Cuando en la noche de 14 al 15 de abril de 1912 naufragó el "Titanic" desapareció con él un tesoro de enorme valor bibliográfico: el "manuscrito de Samarcanda", que contenía las famosas "Ruba 'iyyat", de Omar Jayyám, escritas en los siglos XI y XII y popularizadas en el siglo XIX en Occidente. Basándose en la figura del poeta persa, el escritor y periodista libanés Amin Maalouf recrea la historia de este manuscrito en una novela que, con el nombre de la mítica ciudad de Samarcanda, refleja un fascinante y tumultuoso mundo oriental. Narrado en dos distintos planos temporales, enlaza el relato la vida del geómetra y filósofo, astrónomo y poeta, con la azarosa búsqueda del manuscrito por parte de un bibliófilo norteamericano. En el marco de la Persia medieval, desgarrada por profundas contradicciones, dos figuras destacan junto a la del poeta: la de Nizam el-Molk, gran visir del sután Malikxah, y la del misterioso ismaelí Hassan Sabbah, fundador de la Secta de los Asesinos, que desde su fortaleza de Alamut mantuvo aterrorizado al país. 

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