Seguramente no lo recordareis, porque han pasado muchos años, pero la biblioteca de Pippi en Kunterbunt (“Villa Colorines”) era una de las habitaciones que daba al porche donde solía estar refugiado Pequeño Tío. En casa de Pippi no había libros, solo “píldoras”, porque nuestra pequeña y vieja amiga no tenía tiempo para leer más que unas pocas líneas seguidas entre sus múltiples actividades legales e ilegales.
Así pues, su biblioteca estaba compuesta de multitud de hojas sueltas que se amontonaban en confusas pilas sobre las estanterías vacías y la gran mesa camilla bajo la que encendía el brasero de picón.
Hoy Pippilotta Viktualia Rogaldina Shokominza Langstrumpf ha entrado a la biblioteca en uno de los esporádicos momentos en los que se atenuaba su frenética actividad. Ha tomado una de las hojas que esperan polvorientas sobre la mesa y se ha hundido en el sillón que hay bajo el ventanal. Al otro lado Pequeño Tío la observa entre orgulloso y divertido.
-¿Tu de que te ríes? -le pregunta Pippi a través del cristal polvoriento.
Esto es lo que después ha leído.
Esta sed insaciable de poder, de elevarse en la jerarquía del
picoteo, que el hombre y las instituciones por él creadas
manifiestan frente a otros hombres y otras instituciones, se hace
especialmente ostensible en la naturaleza.
En la actualidad la abundancia de medios técnicos permite la
transformación del mundo a nuestro gusto, posibilidad que ha
despertado en el hombre una vehemente pasión dominadora. El hombre
de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último
inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se
anunciara un futuro.
LA naturaleza se convierte así en el chivo expiatorio del
progreso. El biólogo australiano Macfarlane Burnet, que con tanta
atención observa y analiza la marcha del mundo, hace notar en uno de
sus libros fundamentales que “siempre que utilicemos nuestros
conocimientos para la satisfacción a corto plazo de nuestros deseos
de confort, seguridad o poder, encontraremos, a plazo algo más
largo, que estamos creando una nueva trampa de la que tendremos que
librarnos antes o después.
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