martes, 14 de mayo de 2013

LA BIBLIOTECA DE PIPPI 23


Seguramente no lo recordareis, porque han pasado muchos años, pero la biblioteca de Pippi en Kunterbunt (“Villa Colorines”) era una de las habitaciones que daba al porche donde solía estar refugiado Pequeño Tío. En casa de Pippi no había libros, solo “píldoras”, porque nuestra pequeña y vieja amiga no tenía tiempo para leer más que unas pocas líneas seguidas entre sus múltiples actividades legales e ilegales.

Así pues, su biblioteca estaba compuesta de multitud de hojas sueltas que se amontonaban en confusas pilas sobre las estanterías vacías y la gran mesa camilla bajo la que encendía el brasero de picón.

Hoy Pippilotta Viktualia Rogaldina Shokominza Langstrumpf ha entrado a la biblioteca en uno de los esporádicos momentos en los que se atenuaba su frenética actividad. Ha tomado una de las hojas que esperan polvorientas sobre la mesa y se ha hundido en el sillón que hay bajo el ventanal. Al otro lado Pequeño Tío la observa entre orgulloso y divertido.

-¿Tu de que te ríes? -le pregunta Pippi a través del cristal polvoriento.
Esto es lo que después ha leído. 


Durante los primeros días de la travesía, el tiempo fue bastante malo. El viento arreció mucho. Entablándose en el Noroeste contrarió la marcha del vapor, y el Rangoon, demasiado inestable cabeceó considerablemente, adquiriendo los pasajeros el derecho de guardar rencor a las anchurosas oleadas que el viento levantaba sobre la superficie del mar.
Durante los días 3 y 4 de noviembre aquello fue una especie de tempestad. La borrasca batió el mar incesantemente. El Rangoon debió estarse a la capa durante media jornada, manteniéndose con diez vueltas de hélice nada más, y tomando el sesgo a las olas. Todas las velas fueron arriadas, y aún sobraban todos los aparejos, que silbaban en medio de las ráfagas.
La velocidad del vapor, como es fácil de suponer, quedó considerablemente rebajada, y se pudo calcular que la arribada a Hong-Kong tendría efecto veinte horas después de la normal y quizá más, si la tempestad no cesaba.

 

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