jueves, 30 de junio de 2011

ME GUSTA LA TETA NEGRA -200 AMIG@S


Hola a tod@s. Desde que pusimos en marcha nuestro perfil de LA TETA NEGRA, en facebook 200 AMIG@S nos habéis dado vuestro apoyo cliqueando el ME GUSTA correspondiente. ¡Gracias a todas!
Aún nos queda mucho trabajo por hacer, seguimos incorporando material a las secciones de nuestra WEB, sobre todo en las de literatura y humanidades. Y trabajamos en agilizar los diferentes rincones del café virtual, el taller de literatura, el foro, la galería.
Si aún no has añadido tu ME GUSTA este es el momento, comienza el año con nostr@s en este humilde rincón cultural.

Un abrazo. 


domingo, 26 de junio de 2011

Salvemos el Edgar Allan Poe's house and museum

5.000 people to save Edgar Allan Poe's house and museum  

Debido a la crisis económica de la ciudad de Baltimore, la alcaldesa Stephanie Rawlings-Blake decidió terminar con el financiamiento de la Casa-Museo de Edgar Allan Poe (US$ 80.000 anuales).

Debido a esto, Jeff Jerome, el único trabajador que ha tenido la Casa-Museo desde que la ciudad se hizo con ella en 1979, se hizo cargo de la mantención con el dinero ahorrado en este tiempo, recursos que lamentablemente son escasos y que para el 2012 ya no existirán.

Es por eso que hemos creado una campaña de recolección de firmas para presentarlas a la alcaldesa de Baltimore, con el fin de que la Casa-Museo vuelva a tener financiamiento y este patrimonio cultural permanezca vivo por mucho tiempo más.

Because of this, Jeff Jerome, the only worker who has had the House-Museum since the city took it in 1979, took charge of the maintenance with the money saved at this time, resources unfortunately are scarce and that by 2012 no longer exist.

That's why we created a campaign to collect signatures for submission to the Mayor of Baltimore, to the House-Museum again have the funding and cultural heritage remains alive much longer.

http://www.thepetitionsite.com/1/save-the-poe-house-and-museum-in-baltimore/

Carmen Ibarlucea Paredes: Diez cuentos del mundo que ayudan a educar(nos)

Mi hijo mayor recién ha cumplido 20 años. Visto retrospectivamente, y si yo fuera más humilde, debería dar la razón a quienes en su momento me decían que 24 años eran pocos años para afrontar la responsabilidad de traer a alguien a este mundo. No obstante, miro a mi alrededor y las madres más preparadas, aquellas que incluso han estudiado magisterio, psicología o pedagogía, y se han tomado más tiempo para lanzarse a ser madres, van recomponiendo su maternidad al mismo ritmo que crecen sus hijas e hijos. De modo que aquí estoy, a mis cuarenta y cuatro años, madre de dos hijos adultos... y autora de un libro sobre educación, ni yo misma doy crédito ante mi vanidad.

“Diez cuentos del mundo que ayudan a educar(nos)” no puede entrar en ninguna categoría concreta, quizás es un libro de educación en valores pues los cuentos van asociados a un valor moral de esos que a mi me parecen innegociables, pero a la vez es un libro creado mano a mano en el diálogo cotidiano con mis hijos, y es también un testimonio personal, algo como un diario de vida/manual para navegantes.

Fue creado a petición de otras madres. Madres con las que charlaba en los talleres de las AMPAS donde acudía de la mano del equipo de orientación del último colegio de mis hijos, y ellas me decían “bueno, eso esta muy bien, pero se nos va a olvidar ¿puedes dejárnoslo por escrito?”. Y ahí está, todo lo que tenía que decir hace 8 años sobre educación está recogido en esos diez cuentos. Si volviera a escribirlo hoy, tendría que agregarle un par de relatos más. En aquella época mis hijos eran niños, con la facilidad de los niños para la felicidad pese a los problemas inherentes a estar vivo, después llegó la adolescencia y supe que había algunos cuentos que debería haberles contado, cuentos que hablan de la búsqueda interior, del propio conocimiento y de la felicidad como fin en sí mismo, cuentos que ya no querían escuchar … por que “estaban mayores para eso”.

Soy una persona ingenua, vivo llena de esperanza, y todo mi esfuerzo se dirigió a enseñar a mis hijos la importancia de obrar bien. Sin embargo, pronto vieron que rara vez las personas, y sobre todo las personas poderosas, son justas y empáticas. En eso me equivoqué, los valores y las mejores actitudes personales son imprescindibles, pero también debemos prepararnos para resistir en un mundo de estructuras injustas, para que ese no desfallecer nos lleve a lograr un cambio verdadero “personal y comunitario” por que un mundo mejor será posible gracias a personas buenas”, que lo doten de estructuras sociales justas.

Por si quieren completar la lectura de estos diez cuentos, aquí les dejó uno de los cuentos que añadiría si reescribiera el libro.

El hombre feliz, un cuento de la tradición Sufí

Cuentan, allá por Turquia y quizás lo han escuchado en algún otro lugar, que vivió hace muchos años un rey que era uno de los hombres más poderosos de la tierra. Tenía ese rey grandes riquezas. Su dominio abarcaba innumerables pueblos, pero aún así se sentía siempre angustiado por una u otra causa. Reflexionando sobre su permanente estado de ansiedad, que no le permitía disfrutar de cuanto poseía (poder y riquezas), por lo que no podía decir de sí mismo que fuera un hombre feliz; consultó con sus asesores para saber si ellos sentían lo mismo.

Sus asesores, hombres inteligentes y cultos, que habían estudiado con los maestros más afamados y conocían gran cantidad de lenguas, confesaron que también ellos se sentían aquejados por la incertidumbre ante el futuro, lo que no les permitía disfrutar de una verdadera felicidad.

El rey se sintió mejor al conocer esta coincidencia, pero pronto deseó tener la certeza de que la felicidad era un anhelo imposible de lograr para los humanos. Y fue por ello que envió a todos los rincones de su reino mensajeros que le trajeran cualquier noticia sobre la existencia de alguien feliz.

Dado que el reino era muy grande los mensajero demoraron en traer noticias, siempre que le hablaban de alguien feliz, el rey se disfrazaba de mendigo, para no ser reconocido, y se presentaba para comprobar él mismo si era o no era una persona feliz.

Un buen día, le trajeron noticias de un hombre que vivía en aquella misma ciudad, por lo que el rey fue a visitarlo aquella misma noche ataviado con sus harapos malolientes. Llamó tímidamente a la puerta y se encontró, al abrirse la puerta, con una mirada sonriente. El rey-mendigo pidió una limosna y obtuvo una invitación a cenar. Una vez dentro de la casa comprobó que todo estaba limpio y ordenado, que era sencilla pero confortable, y que sobre la mesa, una olla caliente perfumaba la habitación con el olor de un guiso bien aderezado.

El hombre feliz sirvió un plato de comida a su nuevo amigo y comenzaron una amigable charla. Fue así como el rey supo que aquel hombre se ganaba la vida reparando cualquier tipo de objetos, pues era muy hábil con sus manos, pero que había limitado sus ganancias diarias a seis monedas, lo que era suficiente para preparar un sabroso guiso cada día.

El rey regresó a su palacio buscando la forma de poner a prueba aquel equilibrio perfecto, y tuvo una idea, que a él le pareció magnífica. Hizo decretar una ley que prohibía arreglar cualquier objeto que estuviera roto, todo el mundo debía reemplazarlo por un objeto nuevo. Se frotó las manos pensando que eso llenaría de preocupaciones, y angustia por el futuro, la cabeza y el corazón del hombre feliz.

Llegada la noche, y ataviado de nuevo con sus harapos, el rey volvió a llamar a la puerta del hombre feliz. Al abrirse la puerta, la misma mirada sonriente le dio paso a la misma estancia tranquila y al olor sabroso de un guiso en el fuego.
  • estaba preocupado por tí, mintió el rey, pensé que hoy no tendrías nada para comer.
  • Puedes quedarte tranquilo, respondió el hombre feliz, al conocer la orden del rey decidió que era un buen día para dar un paseo por el bosque que rodea la ciudad y que no había visitado desde hacia tiempo. Y justamente allí me encontré con un anciano que estaba cortando leña, de forma esforzada y sufriente, por lo que me ofrecí a ayudarlo. Lo mejor del caso es que al terminar de cortar la leña, el hombre, agradecido, me entregó seis monedas, y he podido preparar una opípara cena, como todas las noches.

Nuevamente el rey tuvo que dictar una ley prohibiendo la ayuda entre vecinos en los bosques, y se fue a dormir. Pasó la mañana imaginando la desesperación del hombre feliz, al que se le habían cerrado dos caminos para ganarse la vida. Sin embargo, al volver a provocar el reencuentro, para asombro del rey, su amigo feliz seguía sonriendo.
  • salí a pasear, dispuesto a disfrutar de la luz del sol y del canto de las aves, pero me tope con un granjero que estaba limpiando su establo, el hombre me detuvo para pedirme ayuda, su hijo estaba enfermo y tenía que hacer el trabajo de dos hombre él solo. Por supuesto le ayudé con la mejor disposición y al concluir la jornada el hombre me agradeció el favor entregándome seis monedas de plata. ¿Quieres cenar conmigo?
El rey no estaba dispuesto a darse por vencido, se decía que era cosa de suerte que aquel hombre se mantuviera en su felicidad, encontrando siempre una salida a sus problemas, por lo que volvió a dictar una ley ordenando que cada hombre limpiara su propio establo, salvo el rey.

Y amaneció el día que el rey había esperado, el hombre feliz se encontró con que nadie quería su ayuda por miedo a estar cometiendo alguna ilegalidad, pero eté aquí que caminando de un lado a otro de la ciudad, descubrió que estaban reclutando soldados para el ejercito del rey, lo que le pareció una buena oportunidad para ganarse la vida. Aunque había un problema, en el ejercito del rey pagaban una vez a la semana, por lo que no podría obtener cada día las seis monedas que necesitaba para vivir. Eso no lo amilanó, pues era un hombre creativo, y se unió a las filas del ejercito recibiendo un uniforme y una espada.

El rey-mendigo apareció aquella noche por la casa del hombre feliz, que una vez más lo invitó a pasar y compartir con él una apetitosa cena. Cuando el rey supo que no había cobrado, preguntó asombrado... “¿Y como has logrado el dinero para comprar alimentos?, el hombre feliz le contó al rey su secreto, sin sospechar que en realidad no era un verdadero amigo.
    • Ya sabes que yo arreglo cualquier tipo de cosas, por ello he dividido la espada de metal en seis partes iguales, y las iré vendiendo cada día para poder obtener el dinero necesario para comer.

Con esto el rey vio llegado el momento definitivo para poner a prueba la felicidad de aquel hombre. A la mañana siguiente decretó la orden de ejecución para uno de los presos más temibles que había en sus calabozos; después ordenó que avisaran al hombre feliz, y le dio la orden de ejecutar al reo.

El hombre feliz, cuando estuvo delante del rey, le explicó que él no era quien para quitar la vida a nadie, pues eso es prerrogativa de dios, y que no iba a cumplir aquella orden, lo que obligó al rey a amenazarlo con condenarlo a él, también, a muerte. Fue entonces cuando el hombre feliz, arrodillándose, se encomendó a Dios, expresando en voz alta una plegaria que conmovió el corazón de todos cuantos estaban presentes.
    • Rey de reyes, tu que eres justo y misericordioso, no permitas que realice una iniquidad. Si consideras justo que este hombre muera, guía mi mano, pero si consideras que debe vivir, transforma entonces mi espada en una espada de madera.
Dicho lo cual, desembainó su espada, que apareció ante todos como una espada de madera.
El rey comprendió entonces que la felicidad no depende de las dificultades o las bonanzas con las que la vida va jalonando nuestros días, sino que brota de un manantial interior que se alimenta de nuestra propia sed de ella.

viernes, 17 de junio de 2011

El rincón del Friki: Clean and Decent.

The fascinating history of the bathroom and the Water closet and of sundry habits, fashions & accessories of the toilet principally in Great Britain, France, & America.

By Lawrence Wright.

"Clean and decent", says the author's Preface "is meant to entertain, even if scholarship does keep breaking through" It is indeed fascinating; sometimes astonishing. Who would have supposed that the Romans had lagged hot-water cylinders? that Queen Elizabeth I had cushions in his bath? that baths have been concealed in sofas, and washbasins in pianos? that whisky may be added to the bathwater, but that mutton chops should not be eaten in the bath?that the shower-bath calls for a hat, and can cause asphyxia? that sponges have sex? It seems that more is to be learned about past peoples from their bath-rooms than from their bath-rooms than from their battlefields; patterns of social history are mirrored in the bathwater, of found locked in the water-closet. "To the historian", says Siegfried Giedion, "there are no banal things".


Ref. 3617
Autor: Wright, Lawrence
Idioma: English
Editorial: Routledge & Kegan (London)
1963
14,50x22,50 cm.
282 páginas. Tapas duras con sobrecubierta. Numerosas ilustraciones. Firma. Buen estado.

lunes, 13 de junio de 2011